2020, 96 pp.
isbn: 978-987-46505-6-6
En la tradición de lengua alemana, el Feuilleton es un artículo periodístico que, bajo diversas formas literarias, evoca temas de actualidad en un tono personal.
Los Feuilletons que componen Viajes y hoteles son textos híbridos siempre henchidos de nostalgia e ironía, que se mueven entre la crónica de viajes, el panfleto, el tratado filosófico y el diario íntimo. Fueron escritos por Joseph Roth entre 1923 y 1929 y publicados en diarios como el Prager Tagblatty el Frankfurter Zeitung.
Como un tranvía bajo una lluvia fina e incesante, estos escritos trazan un recorrido por las turbulencias económicas, políticas y culturales de la Europa de esos años: una Alemania azotada por la pobreza y la necesidad, una USSR que acude en masa a los cines de Moscú para ver películas pasadas de moda en Occidente, esa vieja y derrotada burguesía que alimenta su nostalgia por un estilo de vida caduco hace ya tiempo.
Esa nostalgia por lo perdido que nunca existió, es decir, por la idealización de una realidad que emerge después de una catástrofe –la Revolución Rusa, la desaparición del Imperio austrohúngaro, el simple pasar del tiempo–, es una constante siempre en tensión en la obra de Roth. No hay presente que no sea una forma de espacio en devenir, víctima de la frenética Modernidad. Sin embargo, no hay sueño sin ese presente.
El hotel es el espacio donde se despliega este conflicto. Uno, cualquiera, puede sentirlo como su patria. Casi una metáfora de la idealizada Lemberg, ciudad cosmopolita, donde los militares se humanizaban y culturas distintas convivían pacíficamente. Con la caída del Imperio austrohúngaro, pasó a ser parte de Europa Oriental, y con eso, otra cosa.
“En este hotel, hay representantes de todos los continentes, mares, islas, penínsulas, barcos, hay cristianos, budistas, musulmanes y hasta disidentes. El encargado de los cobros suma, resta, cuenta, engaña en todas las lenguas, y cambia todo tipo de dinero. Libres de la estrechez de su amor por su tierra y del letargo de su patriotismo, de vacaciones de su orgullo nacional, las personas se reúnen en este hotel y, por lo menos, parecen lo que deberían ser: hijos de este mundo”.
Pero, solo se trata de un hotel. Roth lo sabe. La nostalgia de su prosa junto a la sensación de desarraigo acompaña a una Europa que está cambiando:
“Cuando mis valijas se hayan ido, vendrán otras. Cuando mi jabón esté guardado, habrá otro en la pileta. Cuando ya no esté junto a esta ventana, otro estará en mi lugar. Esta habitación no se hace ilusiones, ni te ilusiona ni me ilusiona no ilusiona a nadie”.
2020, 96 pp.
isbn: 978-987-46505-6-6
En la tradición de lengua alemana, el Feuilleton es un artículo periodístico que, bajo diversas formas literarias, evoca temas de actualidad en un tono personal.
Los Feuilletons que componen Viajes y hoteles son textos híbridos siempre henchidos de nostalgia e ironía, que se mueven entre la crónica de viajes, el panfleto, el tratado filosófico y el diario íntimo. Fueron escritos por Joseph Roth entre 1923 y 1929 y publicados en diarios como el Prager Tagblatty el Frankfurter Zeitung.
Como un tranvía bajo una lluvia fina e incesante, estos escritos trazan un recorrido por las turbulencias económicas, políticas y culturales de la Europa de esos años: una Alemania azotada por la pobreza y la necesidad, una USSR que acude en masa a los cines de Moscú para ver películas pasadas de moda en Occidente, esa vieja y derrotada burguesía que alimenta su nostalgia por un estilo de vida caduco hace ya tiempo.
Esa nostalgia por lo perdido que nunca existió, es decir, por la idealización de una realidad que emerge después de una catástrofe –la Revolución Rusa, la desaparición del Imperio austrohúngaro, el simple pasar del tiempo–, es una constante siempre en tensión en la obra de Roth. No hay presente que no sea una forma de espacio en devenir, víctima de la frenética Modernidad. Sin embargo, no hay sueño sin ese presente.
El hotel es el espacio donde se despliega este conflicto. Uno, cualquiera, puede sentirlo como su patria. Casi una metáfora de la idealizada Lemberg, ciudad cosmopolita, donde los militares se humanizaban y culturas distintas convivían pacíficamente. Con la caída del Imperio austrohúngaro, pasó a ser parte de Europa Oriental, y con eso, otra cosa.
“En este hotel, hay representantes de todos los continentes, mares, islas, penínsulas, barcos, hay cristianos, budistas, musulmanes y hasta disidentes. El encargado de los cobros suma, resta, cuenta, engaña en todas las lenguas, y cambia todo tipo de dinero. Libres de la estrechez de su amor por su tierra y del letargo de su patriotismo, de vacaciones de su orgullo nacional, las personas se reúnen en este hotel y, por lo menos, parecen lo que deberían ser: hijos de este mundo”.
Pero, solo se trata de un hotel. Roth lo sabe. La nostalgia de su prosa junto a la sensación de desarraigo acompaña a una Europa que está cambiando:
“Cuando mis valijas se hayan ido, vendrán otras. Cuando mi jabón esté guardado, habrá otro en la pileta. Cuando ya no esté junto a esta ventana, otro estará en mi lugar. Esta habitación no se hace ilusiones, ni te ilusiona ni me ilusiona no ilusiona a nadie”.