Alma de l´Aigle
Un jardín
208 pp.
12x18 cm.
Alma de l´Aigle (Hamburgo, 1889-1959) dedicó su vida a los jardines y a los niños.
Maestra y naturalista.
Buscó vincularse con el Movimiento Juvenil del 1900, que surgía bajo el lema: “Que cada uno obedezca la ley de su propio ser”. Y asumió, rápidamente, un papel destacado entre los jóvenes socialistas. En sus discursos, florecían ideas a favor de la comunidad amorosa en lugar del vínculo de pareja, la economía comunal y el carácter vinculante de la propiedad (seguía a Moellendorff); la educación como pilar y la psicología del desarrollo (sus referentes eran Pestalozzi y Fröbel). Dice:
“En lugar de ejecutar un plan preconcebido, uno debe dejarse guiar por la naturaleza, para luego, conducirla hacia la imagen que yace en ella y que, por sí sola, nunca alcanzaría. Naturaleza guiada: esa es, hoy, la consigna para la educación del ser humano y la configuración de los jardines.”
Un jardín fue publicado en 1948. Es un texto autobiográfico, donde no hay personas como protagonistas, sino las plantas y los árboles, sus flores y frutos, los animales: el jardín despliega un orden infinito según leyes que le son inherentes y en el que los seres humanos se integran activamente. En ese mundo, el jardín de su infancia, aún sin agua potable ni luz eléctrica, no rige el tiempo lineal fragmentado por el calendario y el reloj, propio de la vida industrial, sino el ritmo de la naturaleza, el retorno de las estaciones, las contingencias del clima, la alternancia de luz y la oscuridad, los ciclos de siembra y cosecha y las festividades. La repetición orgánica, que abarca también la realidad anímica, se distingue, aquí, fundamentalmente de la repetición estereotipada de lo idéntico. Alma escribe: “Ritmo es más que orden; el ritmo contiene el sentido de lo viviente.”
En este libro no se describen estados de ánimo ni se opera una poetización. Hay una restitución de la realidad vivida de una niña en su forma originaria y su particular alegría. Al mismo tiempo, se mantiene la conexión con el todo de la naturaleza, evitando que el libro caiga en una minuciosidad idílica. Pero lo más importante es que transmite un caudal de conocimientos olvidados sobre jardinería, y ello nos convoca a una apertura de los sentidos hacia el reino de la naturaleza, que modifica, de modo inapelable, nuestra relación actual con los frutos de la tierra.
Alma de l´Aigle
Un jardín
208 pp.
12x18 cm.
Alma de l´Aigle (Hamburgo, 1889-1959) dedicó su vida a los jardines y a los niños.
Maestra y naturalista.
Buscó vincularse con el Movimiento Juvenil del 1900, que surgía bajo el lema: “Que cada uno obedezca la ley de su propio ser”. Y asumió, rápidamente, un papel destacado entre los jóvenes socialistas. En sus discursos, florecían ideas a favor de la comunidad amorosa en lugar del vínculo de pareja, la economía comunal y el carácter vinculante de la propiedad (seguía a Moellendorff); la educación como pilar y la psicología del desarrollo (sus referentes eran Pestalozzi y Fröbel). Dice:
“En lugar de ejecutar un plan preconcebido, uno debe dejarse guiar por la naturaleza, para luego, conducirla hacia la imagen que yace en ella y que, por sí sola, nunca alcanzaría. Naturaleza guiada: esa es, hoy, la consigna para la educación del ser humano y la configuración de los jardines.”
Un jardín fue publicado en 1948. Es un texto autobiográfico, donde no hay personas como protagonistas, sino las plantas y los árboles, sus flores y frutos, los animales: el jardín despliega un orden infinito según leyes que le son inherentes y en el que los seres humanos se integran activamente. En ese mundo, el jardín de su infancia, aún sin agua potable ni luz eléctrica, no rige el tiempo lineal fragmentado por el calendario y el reloj, propio de la vida industrial, sino el ritmo de la naturaleza, el retorno de las estaciones, las contingencias del clima, la alternancia de luz y la oscuridad, los ciclos de siembra y cosecha y las festividades. La repetición orgánica, que abarca también la realidad anímica, se distingue, aquí, fundamentalmente de la repetición estereotipada de lo idéntico. Alma escribe: “Ritmo es más que orden; el ritmo contiene el sentido de lo viviente.”
En este libro no se describen estados de ánimo ni se opera una poetización. Hay una restitución de la realidad vivida de una niña en su forma originaria y su particular alegría. Al mismo tiempo, se mantiene la conexión con el todo de la naturaleza, evitando que el libro caiga en una minuciosidad idílica. Pero lo más importante es que transmite un caudal de conocimientos olvidados sobre jardinería, y ello nos convoca a una apertura de los sentidos hacia el reino de la naturaleza, que modifica, de modo inapelable, nuestra relación actual con los frutos de la tierra.